Por qué la curiosidad es tan importante

Una tormenta eléctrica azotó Filadelfia durante una noche de junio de 1752. La mayoría de los residentes estaban a salvo, encerrados en sus hogares mientras los rayos iluminaban la noche oscura cada vez que parpadeaban. Pero un hombre y su hijo salieron valientemente a la intemperie. Elevaron una cometa hecha con alambre a través de los feroces vientos, con la esperanza de probar que los rayos eran eléctricos. Usando una cuerda con una llave atada, condujeron la carga desde el aire electrizado. Y la capturaron en una botella de Leyden, diseñada para contener la electricidad y descargarla más tarde. Este acto cambió nuestra comprensión de la electricidad. Y fue posible gracias a la fuerza más potente del mundo: la curiosidad.

El poder de la curiosidad es electrizante

El hombre, por supuesto, era Benjamin Franklin. La curiosidad sobre cómo funcionaba el mundo los llevó a él y a su hijo a capturar, literalmente, electricidad en una botella. En circunstancias precarias. Y esta curiosidad sobre la naturaleza de la electricidad impulsó otras investigaciones y muchos más experimentos de otras personas con vocación científica. De hecho, la fascinación y curiosidad hacia esta fuerza de la naturaleza comenzó con los antiguos griegos, alrededor del 600 a.C., quienes notaron los fenómenos de la electricidad estática y comprobaron que, cuando frotaban resina de árbol fosilizada contra la piel animal, atraía pasto seco. Desde entonces, los experimentos creativos sobre el uso de la electricidad han llevado a su aprovechamiento de una forma u otra. Gracias a las muchas mentes curiosas que tratan de entender la electricidad, vivimos en un mundo donde ahora ella potencia casi todo lo que hacemos.

La curiosa naturaleza de la curiosidad

La curiosidad no solo llevó a que la electricidad fuera una parte intrínseca del mundo moderno. Desarrolló nuestra comprensión de la ciencia, la medicina, las especies naturales e incluso —como veremos— del arte. Por ejemplo, la fascinación de la humanidad con los cielos y las estrellas condujo a que los dispositivos telescópicos fueran mejorados para obtener cada vez mejores imágenes de los cuerpos celestes. Finalmente fueron testigos de cómo lanzamos objetos, e incluso a nosotros mismos, al espacio para contemplar con asombro el universo que nos rodea. Hemos aprendido, a través de nuestra curiosidad, mucho sobre las primeras etapas del universo a través de la creación de gigantescos telescopios espaciales como el Hubble.

Entonces, ¿qué es la curiosidad? Bueno, es un estado mental que implica pensamiento inquisitivo como la exploración, la investigación y el aprendizaje. La naturaleza inquisitiva es común en los niños, ya que buscan comprender el mundo que los rodea. Explicar la naturaleza de la realidad a estas curiosas mentes jóvenes es una parte fundamental de la crianza de los hijos.

Muchos adultos siguen siendo curiosos al crecer, especialmente desde que surgió Internet. La curiosidad promueve el aprendizaje, la invención y el descubrimiento. Toda la ciencia se basa en la curiosidad por la existencia. Afortunadamente, a lo largo de la historia, fueron muchas las personas que tuvieron la curiosidad suficiente para influir en el curso de la civilización humana.

La curiosidad es poderosa. Solo haz la cuenta.

Mucho de lo que hoy sabemos sobre las matemáticas vino de las mentes de filósofos antiguos, como Pitágoras, Arquímedes y Euclides. Y de un pensador muy importante, Eratóstenes, era un polímata. Fue un poeta, geógrafo y matemático consumado. Su curiosidad por la Tierra lo llevó a mapear el mundo conocido en ese momento y dar una circunferencia aproximada del planeta.

Las nuevas y poderosas herramientas surgidas de los matemáticos griegos posibilitaron más avances, arquitectura y nuevas formas de procesar los aspectos críticos del mundo. Por ejemplo, Euclides desarrolló la geometría en una ciencia finamente perfeccionada, llamada Geometría Euclidiana. Esencialmente, antes de eso la geometría era menos precisa. ¿Por qué fue tan valioso? Porque influyó en todo, hasta en cómo se implementaron los estadios, la arquitectura y el arte. Por ejemplo, la proporción áurea se utilizó en la pintura de la Mona Lisa.

La curiosidad demostró ser un activo tanto para el arte como para la ciencia.

De hecho su autor, Leonardo da Vinci, era otro polímata. Aunque también es correcto llamarlo Hombre del Renacimiento. En referencia al periodo en que se hicieron nuevos descubrimientos de viejos saberes. Así comenzó una era más iluminada que la Edad Media anterior.

Da Vinci, y muchos de sus famosos contemporáneos, también se interesaron mucho por la anatomía humana. Su curiosidad llevó a descubrimientos que mejoraron el arte en términos de realismo. No solo eso, sino que también influyó en la ciencia médica. Combinar el conocimiento de la anatomía con su comprensión de las matemáticas también le permitió a da Vinci crear algunas de las piezas de arte más importantes de todos los tiempos. Por ejemplo, resolvió un antiguo problema geométrico concerniente al cuerpo humano con el Hombre de Vitruvio. Se puede decir que las excelentes habilidades de Leonardo da Vinci se desarrollaron a partir de una curiosidad natural por el mundo.

El hombre más curioso del siglo XX

Otra persona que encarnó la genialidad científica fue Albert Einstein. Trabajó como examinador de patentes en Suiza mientras completaba su doctorado en la Universidad de Zurich. Fue cuando Einstein tuvo su «año milagroso» y desarrolló la relatividad especial. Este hito científico, junto a la relatividad general que surgió más tarde, son ahora las piedras angulares de la Física. También dejó un legado que derivó en cosas que tenemos actualmente: algunas simples, como toallas de papel, y otras complejas, como los láseres. Parte de ese legado también influyó en el desarrollo de la energía solar. Todo esto se puede incluir en su filosofía sobre la curiosidad, como expresa su famosa cita: «Lo importante es no dejar de hacerse preguntas. La curiosidad tiene su propia razón de existir. Uno no puede evitar asombrarse cuando contempla los misterios de la eternidad, de la vida, de la maravillosa estructura de la realidad. Basta con que uno trate de comprender solo un poco este misterio todos los días».

A partir de estos ejemplos, podemos ver cómo la curiosidad alimentó las mentes de grandes pensadores que, a su vez, contribuyeron mucho al mundo. Y tal vez algún día tus hijos puedan hacer lo mismo.

Tekkie Uni está del lado de la curiosidad

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¡Esperamos conocer pronto sus mentes curiosas!

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